El Origen de las Plumas
Las plumas son probablemente la adaptación más bella y elegante que ha dado la evolución animal, además de ser los apéndices epidérmicos más complejos que existen. Han sido cruciales para el éxito evolutivo de las aves, y están adaptadas a diversas funciones: vuelo, cortejo, aislamiento del frío y del agua, protección mecánica y camuflaje, entre otras. Existen diferentes tipos de plumas que cumplen diferentes funciones. Así, por ejemplo, el plumón sirve como un excepcional aislante térmico, las plumas de vuelo tienen un estandarte firme y asimétrico para cortar el viento con el máximo aerodinamismo posible, y las plumas más empleadas en el cortejo presentan formas y colores muy llamativos. Pero, ¿cómo y cuándo se originaron? o ¿qué fue primero: el pájaro o la pluma?
Aunque existen formas muy diferentes, todas las plumas están formadas de queratina, similar a la que forma pelo, escamas, picos, uñas o cuernos. Estas plumas crecen a partir de folículos de la epidermis (capa más externa de la piel), de forma análoga al pelo, cuyas células mueren después de formar la pluma, dejando la estructura queratinosa que conocemos. Lo interesante, especialmente para el vuelo, es la estructura jerárquica que forma la pluma y que es capaz de conferirle una gran rigidez con un peso mínimo. Del folículo se forma primeramente el raquis, que es eje principal. Después van apareciendo barbas a ambos lados del raquis: en realidad aparecen de forma helicoidal, y es sólo al desecharse la capa de células que protege la pluma en crecimiento cuando se extienden a ambos lados del raquis, tal y como las solemos ver. Pues bien, de estas barbas parten también a ambos lados unas bárbulas más pequeñas, y de estas pequeñas bárbulas salen también unos aún más pequeños ganchos o barbicelos, que se entrelazan de manera muy efectiva para formar el sólido estandarte de una pluma típica. Cuando salen estructuras a los lados de un eje principal, se dice en biología que es una estructura pinnada, como una hoja de fresno, por ejemplo; digo esto porque simplifica las explicaciones, al saber que llamamos plumas pinnadas a las de este tipo, en contraste con el plumón, en el que las barbas se alojan en forma de abanico en el cálamo del raquis. A la parte del raquis hueca, libre de estandarte, y que se inserta en la piel del ave se le llama cálamo. Esto es muy sencillo de entender con un esquema, así que recomiendo que lo miréis si no conocíais de antes la morfología de la pluma.
Otra característica común a todas las
plumas, y que ha sido muy importante durante el estudio de su origen, es
el hecho de que el cálamo está hueco: el folículo siempre empieza formando un filamento hueco, a diferencia de otras estructuras epidérmicas que no sean plumas.
Bueno,
pues con las cuatro cosillas que ya sabemos sobre las plumas, es
suficiente para que podamos sumergirnos en el estudio de su origen, que
no ha sido nada sencillo y está lleno de polémica, aunque cada vez
aparece más claro, a medida que se va investigando en ello.
Podemos decir que todo comenzó en 1861, cuando se descubrió el famosísimo fósil de Archaeopteryx lithografica en una cantera de Alemania. Hacía sólo dos años que Darwin había publicado El Origen, y la teoría de la evolución
estaba siendo debatida en todas partes. Varios biólogos evolutivos,
incluyendo a Darwin y Huxley, pensaban ya en esa época que las aves eran
o procedían de los reptiles, por sus numerosos parecidos morfológicos,
pero no podían probarlo; y los contrarios a la evolución se apoyaban en
la falta de fósiles intermedios entre aves y reptiles para desechar la
tesis evolutiva. Darwin estaba convencido de que tenían que existir esos
eslabones perdidos. Así pues, la aparición de Archaeopteryx
dio un gran apoyo a la teoría de la evolución, y dio también un
batacazo a los creacionistas del momento. El susodicho fósil es el ave más antigua que se conoce, de hace unos 150 millones de años, y presenta características intermedias entre aves y reptiles:
tiene dientes y cola ósea, como los reptiles, por ejemplo, pero a la
vez tiene alas (aunque todavía con garras) y plumas. Las plumas estaban
perfectamente conservadas (de hecho, un año antes ya había aparecido una
pluma, pero no se había podido identificar hasta que apareció el fósil
entero al año siguiente). Ahora tendríamos que hablar sobre el origen de las propias aves,
pero esto daría para otro post, así que vamos a resumirlo al máximo.
Actualmente se manejan dos teorías como las candidatas más probables: la primera dice que las aves se originaron a partir de dinosaurios terópodos (de hecho, serían una rama especializada de dinosaurios terópodos manirraptores) en el jurásico y la segunda propone el origen de las aves más atrás en el tiempo, antes que los propios dinosaurios, de forma que las aves habrían surgido de unos reptiles “tecodontos” que habrían dado origen a cocodrilos, pterosaurios, dinosaurios y aves entre otros. La primera hipótesis es la que cuenta con un apoyo mucho mayor de las pruebas fósiles y, por tanto, de los científicos, pero la segunda aún no ha podido descartarse, con lo cual hay que mencionarla de momento.
Durante la época de Darwin, y
hasta finales del siglo XX, se ha pensado que las aves eran el único
grupo con plumas, y que las plumas habían surgido para el vuelo. Como Archaeopteryx
era el primer fósil considerado como ave y ya tenía plumas, era lógico
que se pensara que las plumas eran exclusivas de las aves. Además, las
plumas de Archaeopteryx eran prácticamente idénticas a las de
las aves modernas, y asimétricas, que son las que se usan para volar,
con lo cual también era lógico pensar que las plumas habrían servido
desde el comienzo para volar. Se cree que Archaeopteryx no ha sido un buen volador, pero sí habría podido volar en distancias cortas.
En la década de los 90 todo empezó a volverse más complicado e interesante. En 1997 apareció un yacimiento extraordinario en Liaoning (China), cargado de fósiles en muy buen estado de conservación, entre los que se encontraban algunos dinosaurios terópodos con plumas. Los primeros en aparecer fueron Protoarchaeopteryx robusta, con brazos cortos (improbable que pudiese volar) y plumas pennadas simétricas, y Caudipteryx zoni, con brazos excesivamente cortos como para volar y plumas completas pennadas y simétricas. Ambos tenían el cuerpo cubierto de unos filamentos huecos similares al plumón de los pollos, que los científicos denominan “dino-fuzz”. Estos dos dinosaurios son más primitivos que Archaeopteryx (perteneciendo al Cretácico temprano) y representarían un escenario en el que las aves se habrían originado a partir de dinosaurios bípedos, con plumas y corredores (no voladores).
Lo mejor de esta teoría es que cuenta con apoyo por tres vías diferentes: