20/04/2020
Propósito del bloque; Examina las ideas sobre el problema del conocimiento en la modernidad, contrastándolas con las posturas filosóficas que reaccionaron en contra del proyecto moderno, desarrollando su pensamiento crítico para identificar sus repercusiones en el mundo actual
Conocimientos:
El problema del conocimiento.
- Racionalismo: Descartes.
- Empirismo: Locke y Hume.
- Criticismo e idealismo alemán: Hegel y Kant.
Algunas reacciones contra el proyecto moderno.
- Materialismo histórico: Marx.
- La angustia: Kierkegaard.
- El vitalismo: Nietzsche
Aprendizajes esperados:
Contrasta ventajas y desventajas del racionalismo y empirismo, a partir de un pensamiento crítico y reflexivo que le permita fundamentar sus propias ideas.
Ejemplifica en su contexto las consecuencias de las ideas filosóficas que reaccionaron contra el pensamiento moderno, favoreciendo la apertura a diferentes puntos de vista de manera reflexiva.
Propósito del bloque: Valora la construcción del mundo contemporáneo a partir de algunas perspectivas filosóficas del siglo XX que cuestionan la realidad y el proceder de la humanidad, para construir su identidad individual en el contexto local, nacional e internacional en un marco de interdependencia global.
Conocimientos:
La escuela de Frankfurt: teoría crítica.
Existencialismo: Sartre, Camus y Simone de Beauvoir, entre otras personas.
Existencia auténtica e inauténtica: Heidegger.
La banalización del mal: Hannah Arendt.
La construcción del identitario mexicano: Miguel León Portilla, Samuel Ramos, Octavio Paz, entre otras personas
Aprendizajes esperados:
Descubre diversas perspectivas filosóficas del siglo XX con el objetivo de reconocerse como un ser individual inmerso en una cultura de interdependencia global.
Construye de manera reflexiva posturas propias retomando elementos de algunas propuestas filosóficas nacionales e internacionales del siglo XX, ante problemas actuales de su contexto.
Las tesis de ambos movimientos filosóficos, empirismo y racionalismo, que se ocupan de experiencia y razón, no fueron exclusivos de su época, pues ya en la Antigüedad existieron teorías de uno u otro signo. Pero fue en los siglos XVII y XVIII cuando se desató la pugna entre dos de las más famosas corrientes de la historia de la filosofía.
El racionalismo y el empirismo eran, en principio, teorías diametralmente opuestas. Una tuvo mayor desarrollo continental, la otra tenía “denominación de origen” británica. Uno decía que el conocimiento humano es fruto de la razón –desdeñando la experiencia–, mientras que el otro aseguraba que este es fruto de la experiencia sensible –disminuyendo el peso de la razón–. Sin embargo, ambos movimientos buscaban explicar lo mismo: la facultad del ser humano y el método adecuado para lograr conocer la realidad.
La distinción entre ambas tendencias no es nueva, realmente. Ya desde Platón y Aristóteles se desarrollaron las distintas escuelas de pensamiento que ponían el acento en una u otra cuestión: el idealismo, el positivismo, el pragmatismo, la fenomenología, etc. A lo largo de la historia siempre hubo quienes optaron por razón/experiencia, inducción/deducción, para explicar nuestro modelo de conocimiento: Platón, Aristóteles, Hegel, Comte, James, Husserl, entre otros, y los que aquí tratamos: Descartes, Locke, Leibniz, Hume, Spinoza…, sus principales referentes. Unos movimientos cuyas teorías marcarían como pocos el destino de la humanidad y que explican por qué, todavía hoy, sus filósofos son reconocidos como algunos de los más grandes referentes intelectuales que el mundo ha conocido. Si bien ambas corrientes han tenido mayor o menor preeminencia a lo largo de la historia, nos centraremos aquí en las definidas propiamente como racionalismo y empirismo, es decir, las que se desarrollaron entre los siglos XVII y XVIII.
Principios generales:
Figuras principales:
Como movimiento filosófico, el racionalismo tuvo su máximo apogeo durante los siglos XVII y XVIII, de la mano de grandes figuras de la historia de la filosofía como Baruch Spinoza, Gottfried Leibniz o René Descartes, siendo este último considerado como el padre de esta corriente.
¿Cómo conocemos la realidad?
En la búsqueda de un conocimiento absoluto, el racionalismo pone todo el peso del conocimiento humano en las manos de nuestra razón, como única herramienta con la que la humanidad puede descifrar los secretos del mundo. Para los racionalistas (partidarios de lo que se dio en conocer como “racionalismo gnoseológico”), aquello que aprendemos a partir de nuestras sensaciones o nuestros sentidos no son más que ideas confusas y, por tanto, no válidas. Entre sus diferentes ramas (metafísico, psicológico, epistemológico, etc.), la piedra angular del racionalismo es la confianza en la razón. La realidad está gobernada por unos principios inteligibles, que pueden ser conocidos y demostrables mediante evidencias igualmente racionales.
¿Qué método utiliza?
La máxima capacidad humana para este movimiento es el pensamiento, superior en todos los sentidos a nuestras emociones o nuestra voluntad. Sus métodos son deductivos, es decir, partiendo de una ley o enunciado universal, se infieren resultados particulares (de lo general a lo particular). Es por tanto un conocimiento a priori, en el que juegan un papel importante las ideas innatas presentes en nuestra mente. No es extraño que tradicionalmente el racionalismo se haya identificado con la lógica y las matemáticas.
¿Cuál es su mayor problema?
El más grave problema del racionalismo clásico es que no hace justicia a la totalidad del conocimiento humano, indebidamente restringido, por lo que no le han faltado críticos dentro de su propio movimiento, como los partidarios del racionalismo crítico (Karl Popper, H. Albert), para quienes los enunciados a priori no pueden demostrarse, siendo por tanto hipótesis cuya veracidad está sujeta a que los hechos no demuestren su falsedad.
Principios generales:
Figuras principales:
Las máximas figuras del empirismo inglés fueron John Locke, George Berkeley y David Hume. Sostenían que, para alcanzar el conocimiento sobre algo, es necesario, ante todo, observarlo, describirlo y recopilar datos suficientes para hacer predicciones correctas.
¿Cómo conocemos la realidad?
El empirismo pone todo el conocimiento del ser humano –o una gran parte– en las manos de la experiencia sensible. Cuando nacemos, nuestra mente es una hoja en blanco sin ninguna idea innata y que se llena día a día con el simple acto de vivir. El conocimiento se desarrolla a posteriori, ya que es la propia experiencia la que nos enseña cuáles son las normas que rigen la existencia. Su origen son, por tanto, las impresiones sensibles. Estas leyes, o reglas, se construyen mediante hábitos de pensamiento o por reiteración de determinadas impresiones. Por ejemplo: agrupaciones por semejanza/contigüidad, causa/efecto, impresiones similares que se repiten en el tiempo, etc.
¿Qué método utiliza?
El empirismo, a diferencia del racionalismo, sigue un proceso a la inversa que aquel: toma ejemplos particulares y, en función de los resultados, termina por desarrollar una ley general, algo que se conoce como método inductivo; de ahí que su máximo exponente metodológico sea el científico. Ensayo y error que, a la larga, nos dará una explicación cierta y real de los fenómenos, al ser estos probados por la experiencia (como diría después el escritor español Benito Pérez Galdós, “la experiencia es una llama que no alumbra si no es quemando”).
¿Cuál es su problema?
El problema del empirismo –como se encargó de demostrar Hume– es que, llevado al extremo, nos sume en el escepticismo más absoluto, pues no podemos conocer realmente nada, sino solo aspirar a un conocimiento probable en mayor o menor medida, al ser este fruto de nuestras impresiones sensible, que pueden ser nuestras o de varios sujetos, pero siempre subjetivas.
Responde de manera correcta los siguientes cuestionamientos.
Relaciona los principios generales con su respectiva corriente filosófica
1 |
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Conocer es dar razones. |
A) |
Racionalismo |
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El conocimiento es a posteriori. |
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( ) |
El conocimiento es a priori. |
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El mundo es racional. |
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El mundo lo captamos por los sentidos. |
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La forma de alcanzar verdades es a través de la deducción mediante reglas lógicas. |
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La forma de conectar verdades particulares para conseguir leyes generales es la inducción. |
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La realidad de las cosas está en su forma. |
B) |
Empirismo |
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Las ideas y las verdades son innatas. |
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Las ideas y verdades se aprenden por la experiencia. |
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Las verdades fundamentales lo son por evidencias lógicas y no pueden ser negadas. |
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Las verdades fundamentales lo son porque se imponen a mis sentidos. |
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Lo real de las cosas es su materia. |
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Su modelo de conocimiento: la ciencia experimental. |
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Su modelo de conocimiento: las matemáticas. |
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Para conocer es necesario contrastar los datos. |
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Completa el siguiente esquema con los principales exponentes de las dos corrientes que se presentan.
El criticismo
El criticismo es la doctrina expuesta por Immanuel Kant, el cual decía que el conocimiento se da gracias a las ideas a priori que hay en la mente y a la experiencia q ofrece ideas a posteriori.
Criticismo Kantiano Busca responder a: ¿Cuál es el alcance y límites de nuestro conocimiento? El problema general se plantea en tres cuestiones |
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¿Qué puedo conocer? Respuestas ↓ Teoría del Conocimiento Se divide en:
Obra: 1ª parte Critica de la razón pura |
¿Qué debo hacer? ↓ La ética Es necesario: Ética pura – a priori Fundamentada en: Principios racionales Que rijan: La voluntad libre
Obra: Critica de la razón pura |
¿Qué me cabe esperar? ↓ La religión Explica: La realidad moral del Homo Dios es Ilusión Trascendental
Obra: Critica de la razón pura |
Kant denomina el criticismo como:
"Aquel método de filosofar que consiste en investigar las propias afirmaciones y objeciones y las razones en las que las mismas descansan, método que da la esperanza de llegar a la certeza".
El criticismo comienza con una doble crítica al racionalismo y al empirismo, pues se considera que estos dos planteamientos han tenido en cuenta sólo un punto de vista de la realidad por lo que no han tomado en cuenta el papel activo que deben desarrollar las personas en el acto de conocer.
El idealismo
El idealismo es la familia de teorías filosóficas que afirman la primacía de las ideas o incluso su existencia independiente. Un sinónimo es el inmaterialismo.
Según Mario Bunge, existen dos variantes principales del idealismo: el objetivo y el subjetivo.
El idealismo supone que los objetos no pueden tener existencia sin que haya una mente que esté consciente de ellos. Para poder conocer las cosas, se debe tomar en cuenta la conciencia, las ideas, el sujeto y el pensamiento. Platón, Berkeley y Kant son algunos de sus representantes.
El idealismo objetivo sostiene que las ideas existen por sí mismas y que sólo podemos aprenderlas o descubrirlas mediante la experiencia. Algunos representantes del idealismo objetivo son Leibniz, Hegel, Bernard Bolzano, Dilthey.
La ciencia y la tecnología no interfieren en el idealismo, pues ambas dependen sobre todo de la percepción del mundo exterior para modificarlo conforme al conocimiento. Donde la percepción en sí, no es ninguna temática contraria al idealismo.
La filosofía de Hegel afirmaba que todo lo que es real es también racional y que todo lo que es racional es real. El fin de la historia era, para Hegel, la parusía del espíritu y el desarrollo histórico podía equipararse al desarrollo de un organismo, los componentes trabajan afectando al resto y tienen funciones definidas. Hegel dice que es una norma divina, que en todo se halla la voluntad de Dios, que es conducir al hombre a la libertad; por ello es panteísta. Justifica así la desgracia histórica: toda la sangre y el dolor, la pobreza y las guerras son "el precio" necesario a pagar para lograr la libertad de la humanidad.
Materialismo. Doctrina según la cual todo lo que existe no está determinado y se explica por algo superior y previo a lo experimentable y aprehendible empíricamente (Dios, espíritu, inteligencia del mundo, ideas), sino que está determinado en su ser sólo por algo material y en su comportamiento sólo por la causalidad eficiente. Desde la antigua Grecia con Parménides en el 540 al 470, se definen como fundadores del materialismo a los mismos fundadores del Atomismo: Leucipo (siglo V a.C.), y Demócrito (460 – 370 a.C.).
Por ello, el materialismo es tan antiguo como la filosofía: sus exponentes del siglo XIX lo re-expusieron en el lenguaje de la ciencia contemporánea y lo expresaron como una concepción del mundo que pone la materia como primer principio de toda la realidad y considera toda forma y toda energía, lo mismo que la vida y la conciencia, como derivados de la materia misma. La materia es entendida como sustancia originaria, único fundamento existencial del mundo. El materialismo "rechaza todo dualismo de materia y espíritu y lleva a la negación de Dios". La materia no ha sido creada, es eterna e infinita, su causa hay que buscarla en ella misma.
Carlos Marx
Obras
"El Capital", que se publicó en tres partes en tiempos distintos: la primera división la publicó él mismo en 1867, la segunda Engels en 1885 y la tercera después de la muerte de ambos en 1895. Otras obras son: "El Manifiesto del Partido Comunista", "La Ideología Alemana", "La Sagrada Familia", "Manuscritos Económicos y Filosóficos".
Pensamiento
"El pensamiento de Marx estuvo claramente influenciado por cuatro autores: Hegel, Feuerbach, Saint Simon y Prudhon". De Hegel tomó el método dialéctico pero aplicado a la materia y no al espíritu; de Feuerbach asimila el materialismo ateo; de Saint Simon y Prudhon sus ideas económicas.
Marx consideró que la dialéctica fue el mayor descubrimiento de Hegel como método en el materialismo; el progreso de la ciencia demuestra que ésta es la ley, tanto de la naturaleza como del pensamiento. "Esta dialéctica se presenta entonces en las típicas etapas de tesis, antítesis y síntesis; la aplicación más importante de estas etapas dialécticas está en la interpretación del devenir histórico como una continua lucha de clases".
Marx dice que la praxis es lo mismo que la acción. Esta es la orientación final de todo el pensamiento de Marx, lo cual dice no quedarse en la mera contemplación o en la teoría.
En cuanto al ateísmo nos dice Marx que "el hombre es para el hombre el ser supremo, no es Dios quien ha creado la materia, sino que es la materia, concretamente el cerebro humano, el que ha creado la idea de Dios. El hombre ha brotado del proceso evolutivo de la materia animada por un movimiento ascendente cuyo punto culminante es el cerebro humano que segrega el espíritu".
No es el espíritu quien crea sino que éste entendido materialmente es el que alumbra al espíritu y a la idea; los cuales no tendrían sustento si no fuera por la fisiología cerebral. El cerebro es un producto social. El hombre no es otra cosa que el resultado de influencias físico – fisiológicas y sociológicas que lo determinan desde fuera y hacen de él una cosa entre las cosas.
El pensamiento de Marx estuvo influido por el socialismo y nos dice que el ser humano es el conjunto de las relaciones sociales, ya que el individuo no tiene humanidad sino sólo en y por la sociedad.
El trabajo naturaliza al hombre, lo objetiviza en las cosas. Marx nos dice que "el capitalismo es una explotación del trabajador, lo cual trae como consecuencia en primer lugar, del lado del trabajador, que éste se convierta en proletario". Lo que quería Marx ante todo era una sociedad sin clases; el estado queda suprimido o mejor se suprime así mismo por una debilitación progresiva y la administración de las cosas sustituyen al gobierno de los hombres. Con el comunismo hallamos de nuevo el humanismo real que engloba y absorbe el humanismo teórico que había sido obtenido ya desde antes al suprimir toda religión.
Clases
Materialismo dialéctico
"Es una concepción filosófica científica del mundo, fue creado por Marx y Engels. Surgió en la década de 1840 y se ha desarrollado en indisoluble conexión con los resultados de la ciencia y la práctica del movimiento obrero revolucionario".
El nacimiento del materialismo dialéctico representó una auténtica revolución en la historia del pensamiento humano y en la historia de la filosofía, por la concepción del mundo y por la filosofía materialista, al igual que por la concepción dialéctica del mundo. Se basa en los resultados más recientes de la ciencia natural. Surgió como síntesis filosófica que abarca en una concepción única toda la compleja red de fenómenos de la naturaleza, de la sociedad, del pensar humano como idea de transformación práctico – revolucionario del mundo.
El materialismo dialéctico tiene como piedra angular la teoría relativa a la naturaleza material del mundo, al hecho de que en el mundo no existe nada al margen de la materia y las leyes de su nacimiento y cambio. Es enemigo de todas las representaciones acerca de las esencias sobrenaturales, pues la naturaleza se desarrolla y alcanza sus formas superiores, no en fuerzas del más allá, sino por las causas dadas en ella misma, en sus leyes. El materialismo dialéctico constituye una ciencia en desarrollo, con cada descubrimiento científico y con el cambio de las formas de la vida social. Constituye la base filosófica del programa, de la estrategia y de la práctica de toda la actividad de los partidos comunistas.
Materialismo histórico
Es la filosofía de la historia, todo el materialismo histórico es dialéctico, por ser una interpretación desde la vida material del hombre, inmerso, por la actividad productiva, en la naturaleza material y sensible de los hechos económicos y sociales, base del devenir de la historia.
En su aspecto negativo, el materialismo histórico implica la repulsa de toda la filosofía idealista de la historia. "El fundamento de este materialismo histórico es también la visión materialista del hombre en el mundo, en sus relaciones con la naturaleza". Este materialismo histórico explica también el curso de la historia dado por causas materiales y económicas, afirmando que la estructura social y la vida colectiva son determinadas por la estructura y la vida económica de la sociedad.
"Todos los hombre dependen de la naturaleza, que les proporciona los medios de existir, pues el hombre es una animal de necesidades". Los hombres, antes que por la conciencia y el pensar, se distinguen de los animales en cuanto empiezan a producir sus medios de vida material.
Materialismo filosófico
Es la ruptura con el idealismo y la afirmación del materialismo. Este materialismo filosófico ataca la religión y la teología al igual que la metafísica en el sentido de especulación ebria, a diferencia de la filosofía sobria.
Este materialismo tiene la idea de ver la materia como traspuesta y traducida en la cabeza del hombre, y afirma, que la unidad del mundo no consiste en su ser. La unidad real del mundo consiste en su materialidad que tiene su prueba en el largo y penoso desarrollo de la filosofía y las ciencias naturales.
El movimiento es la forma de existencia de la materia; jamás ni en parte alguna ha existido ni pueden existir materias sin movimiento, ni movimiento sin materia. Para este materialismo filosófico el pensamiento y la conciencia son producto del cerebro humano y con el hombre no es más que un producto de la naturaleza que se ha formado y desarrollado en su ambiente y con ella.
Este materialismo filosófico era predominantemente mecánico y no tenía en cuanta los últimos progresos de la química y la biología, ni tenía un carácter histórico ni dialéctico, sino metafísico en el sentido anti-dialéctico, y no mantenía de un modo consecuente ni en todos sus aspectos el criterio de la evolución en el que concebía la esencia humana en abstracto y, no como el conjunto de las relaciones sociales históricamente concretas y determinadas. Es esta la razón por la cual no hacía más que interpretar el mundo, cuando en realidad se trata de transformarlo, es decir, en que no comprendía la importancia de la actuación revolucionaria práctica.
Materialismo científico
El materialismo científico es aquel que no se limita a una perspectiva metodológica presupuesta por la investigación científica "sino que busca la relación entre el entendimiento y el cuerpo, es decir, una relación entre cualquier fenómeno mental y un proceso físico". Esto implica que el materialismo científico tiene una noción positivista de la uniforme competencia de la ciencia en el campo del conocimiento.
El materialismo científico no mira otros campos, es decir, los valores morales que están en el hombre. Hay que insistir en que los valores morales son independientes de los credos religiosos y que "no debe interpretarse el materialismo científico como algo que incluye o implica un empequeñecimiento de los ideales más altos del hombre, por no interesarse por los valores morales de éste".
Para Kierkegaard, hemos de aceptar nuestra libertad, y también, el peso que esta conlleva: la responsabilidad. Es necesario dar el salto... aunque nadie dijo que fuera fácil.
Søren Kierkegaard fue el primero en observar una de las paradojas del ser humano al relacionar su libertad con una de sus principales dolencias: la angustia. Abriendo el camino para el existencialismo, el filósofo danés marcaría el curso que seguiría la filosofía en el siguiente siglo. Nos adentramos en su vida y su pensamiento.
Søren Aabye Kierkegaard, filósofo y teólogo danés (Copenhague 1813–1855). Recibió de su padre, quien influyó profundamente en él, una severa educación religiosa. Estudió Teología en Copenhague, donde se doctoró en 1840 con la tesis Sobre el concepto de la ironía, pero no consiguió la carrera de clérigo. En los años 1841 y 1842 estuvo en Berlín y fue alumno de Schelling. Posteriormente vivió en Copenhague y, gracias a un pequeño capital que le dejó su padre, pudo dedicarse a la creación de sus libros: publicó cerca de treinta obras, la mayor parte bajo seudónimo.
Su vida estuvo dominada, según sus propias manifestaciones, por angustias casi obsesivas, relacionadas con alguna circunstancia familiar desconocida, a la que alude repetidamente. Fue también objeto de su angustiada preocupación el rompimiento, a causa de algún impedimento por su parte, del compromiso matrimonial con Regina Olsen.
“La vida solo puede ser comprendida hacia atrás, pero únicamente puede ser vivida hacia delante”. Søren Kierkegaard
Contexto histórico
Cuando analizamos la vida de cualquier autor es fundamental conocer cuál fue el contexto histórico que le tocó vivir, ya que de ese contexto histórico y de su experiencia personal al vivir ese entorno resultará, y no es de extrañar que así suceda, toda su obra.
Kierkegaard vivió justo en el desarrollo final de la guerra napoleónica. Dinamarca apoyó a Francia, lo que supuso el bombardeo de los barcos británicos desde la costa, e igualmente, una fuerte batalla con las tropas españolas. Esto desembocaría en que Dinamarca perdiese el territorio de Noruega, que terminaría formando parte de Suecia, lo que sumiría a Dinamarca en una grave crisis, no solo económica, sino también política.
A partir de esta depresión se desarrolló una excepcional época literaria en la historia de Dinamarca, en donde se encuentra nuestro filósofo. En esta crisis es en donde Kierkegaard desarrolla su filosofía existencialista que nos habla de la angustia.
Kierkegaard dice que el hombre es inevitablemente libre. Vivimos en un mundo en el que no estamos determinados y esto es lo que nos lleva a la angustia
Kierkegaard le habla al hombre concreto que sufre. Él se da cuenta de que cada persona es un ser único, y que este individuo está sometido a las cosas que le ocurren en su vida cotidiana, con lo cual cada existencia es una existencia única. Es por eso que el filósofo se da cuenta de que, si quiere describir y analizar a una persona en particular, a la que tiene que recurrir, antes que nadie, es a su propia persona y a su propia vida.
En El concepto de la angustia (1844) considera la existencia humana como una paradoja, debido a que el hombre está suspendido entre su propia finitud y la infinitud que se le revela de alguna manera. De la imposibilidad de resolver esta paradoja deriva la angustia. Más adelante veremos que la angustia tiene que ver con otro concepto al que llega Kierkegaard, que si bien está relacionado con esta paradoja, es mucho más profundo y nos interpela a nivel personal sobre cuáles van a ser nuestras decisiones en la vida.
El pensamiento de Kierkegaard es uno de los principales precedentes del existencialismo, influyendo notablemente en otros filósofos como Heidegger, Jaspers, Sartre y Unamuno.
¿Qué es la angustia para Kierkegaard?
Kierkegaard habla de la angustia no desde un lugar de pasarlo mal, sino que analiza lo que significa la existencia, el “estar aquí”. No estamos determinados desde lo racional, ni desde lo biológico, sino que somos arrojados a este mundo con elementos y circunstancias que no podemos controlar, que son imponderables.
Esto es lo que nos supone un peso en nuestra vida, que inevitablemente nos lleva a la angustia. En esta vida necesitamos tomar decisiones, y estas decisiones nos van a llevar a realizar ciertas actividades en detrimento de otras, pues no podemos abarcar todo al mismo tiempo. Tomar ciertas decisiones nos obliga a renunciar a otras actividades. Aquí nos encontramos con la angustia del devenir, con la angustia del qué será de nosotros y de nuestro futuro, en un mundo en el que nos encontramos vacíos y solos. Estas decisiones que debemos tomar son, por lo tanto, importantes, lo que hace que nos dé miedo equivocarnos. De allí la famosa frase de nuestro autor: “La angustia es el vértigo de la libertad”.
“La angustia es el vértigo de la libertad”. Søren Kierkegaard
Esta libertad, dice Kierkegaard, hay que aceptarla. Y también que la misma conlleva un peso, en el sentido de la responsabilidad por esa misma libertad. Para disfrutar de esta libertad hay que animarse a dar un salto, pero bien sabe Kierkegaard que el vértigo que implica ese salto no es nada fácil. Debemos tomar decisiones y tener fe en el camino que hemos elegido y afrontar esta angustia de la libertad, aceptarla, llevándola con nosotros.
Kierkegard está buscando que vivamos una vida auténtica, aunque seguramente incluirá angustia. Pero bien vale la pena llevar esa carga, antes de llevar una vida inauténtica alejada de nuestro verdadero ser.
Friederich Nietzsche se encuadra dentro del movimiento vitalista o filosofía de la vida, movimiento que hace referencia al conjunto de teorías filosóficas que, reivindican la vida como valor fundamental. Este conjunto de teorías rechaza cualquier forma de oposición a la vida; en el caso concreto de Nietzsche, rechaza especialmente la parte de la filosofía griega que nos lleva a depreciar todo lo terrenal por formar parte del mundo aparente que resulta ser un engaño, esto es, el dualismo platónico y con ello su antecedente socrático, así como el excesivo énfasis en la racionalidad humana.
El vitalismo de Nietzsche, como decía, reivindica la vida como valor fundamental ya que considera que es lo único que tiene valor por sí mismo, todo lo demás sirve para vivir, entiende la vida principalmente desde su valor biológico y emocional, dándole un énfasis especial al cuerpo, los sentimientos, instintos, pulsiones, etc. Esto hace que se le considere parte junto con Schopenhauer y Kierkegaard uno de los filósofos irracionalistas, que comparten la crítica a la racionalidad, es decir, que parten de una desconfianza hacia la razón y apelan a la dimensión más sentimental del ser humano.
La pretensión es, por tanto, la superación de una serie de valores considerados decadentes, decadentes precisamente por el desprecio a la vida que se gesta en ellos; su superación representaría para Nietzsche una “vuelta” a la vida.
Por su parte el filósofo francés Paul Ricoeur le encuadra dentro de los llamados “filósofos de la sospecha” junto con Marx y Freud; Ricoeur considera que la sospecha que ambos comparten hacia la noción de conciencia es lo que les une a pesar de las diferencias. Marx parte de una sospecha fundamentalmente económica, Freud afirma que lo determinante en el ser humano no es, como se había creído hasta entonces, la conciencia sino precisamente el inconsciente y Nietzsche, por su parte, considera que la noción de conciencia tenida en cuenta se basa en falsos valores que desprecian la vida.
Se conoce como Escuela de Frankfurt a un grupo de investigadores que se adherían a las teorías de Hegel , Marx y Freud y cuyo centro estaba constituido en el Instituto de Investigación Social, inaugurado en 1923 en Fráncfort del Meno. También se les considera representantes de la teoría crítica que allí se fundó.
Se denomina al cuerpo teórico principal de los filósofos y otros pensadores de diferentes disciplinas adscritos a la Escuela de Frankfurt: Theodor Adorno, Walter Benjamín, Max Horkheimer, Herbert Marcuse, Jürgen Habermas, Oskan Negt o Hermann Schweppenhäuser, Erich Fromm, Albrecht Wellmer y Axel Honneth entre otros.
Desde esta perspectiva la Teoría Crítica se opone a la Teoría Tradicional como a la teoría que surge en el círculo de Viena llamado Positivismo Lógico y esto en dos niveles.
En el Plano Social: ya que la ciencia depende, en cuanta ordenación sistemática de la orientación fundamental que damos a la investigación, como de la orientación que viene dada dentro de la dinámica de la estructura social.
En el plano teórico-cognitivo: denuncia la separación absoluta que presenta el positivismo entre el sujeto que conoce y el objeto conocido. Es decir, que cuanto menos se meta el investigador en lo investigado, gracias al método, más objetivo y verdadero será la investigación. De esta manera, se pierde el aporte del sujeto que hace ciencia, se absolutizan los hechos y se consolida, mediante la ciencia, un orden establecido.
Formulación de la teoría critica
La teoría crítica es formulada por Max Horkheimer por primera vez en su obra de 1937 Teoría tradicional y teoría crítica.
El proyecto inicial se define como marxismo heterodoxo, es decir, de realizar soluciones congruentes a los problemas de la sociedad, como la desigualdad de clases, no solo desde el punto de vista sociológico, sino también filosófico. Aspiraban a combinar a Marx, reparando en el inconsciente, en las motivaciones más profundas. Por ello la teoría crítica debería ser un enfoque que, más que tratar de interpretar, debiera poder transformar el mundo.
Teodoro Adorno
Fue un filósofo alemán de origen judío que también escribió sobre sociología, comunicología, psicología y musicología. Se le considera uno de los máximos representantes de la Escuela de Fráncfort y de la teoría crítica de inspiración marxista.
Dialéctica de la negación
A través de su obra Theodor W. Adorno desarrolló toda una importantísima filosofía dialéctica en tanto que teoría de la sociedad.
De hecho, aquí Adorno retoma y desarrolla la crítica racional a la realidad social realizada con anterioridad, pero yendo un paso más adelante, puesto que ahora, además de denunciar el concepto de razón imperante que propicio una irracionalidad manifiesta, que va a asentar los principios para una nueva racionalidad de carácter crítico, dialéctico y negativo.
Razón crítica se va a ejercitar, precisamente, en lo que Adorno denomina “Dialéctica Negativa”:
Dialéctica, en tanto que parte del reconocimiento del carácter contradictorio de la razón humana.
Negativa, porque se presenta como crítica y negación de la positividad dada. Ante todo.
Dialéctica negativa; significa para Adorno la no afirmación de la identidad entre razón y realidad, entre sujeto y objeto, entre éste y su concepto. Afirmar la identidad equivale a anular las diferencias, reducir la multiplicidad a la unidad, lo dado particular y concreto al pensamiento, para así poder dominarlo.
Jurgen Habermas
Es un filósofo y sociólogo alemán, conocido sobre todo por sus trabajos en filosofía práctica (ética, filosofía política y del derecho).
Su pensamiento entronca con la Teoría Crítica de la Escuela de Fráncfort, su obra adopta perfiles propios que le conducen a profundas divergencias con sus maestros y predecesores.
Su primera gran obra fue su escrito de habilitación (1962), traducido al español como Historia y crítica de la opinión pública.
A diferencia de Marx, Habermas entiende que el cambio social debe darse en un ámbito simbólico, en el ámbito de la comunicación y el entendimiento entre los sujetos. De este modo, esta crítica se asemeja a la reflexión que realizan Theodor Adorno y Max Horkheimer.
Conocimiento e interés
El “Conocimiento e Interés” es un texto publicado por Habermas en 1968, en el cual plantea una nueva propuesta epistemológica para la teoría crítica.
En pocas palabras, “Conocimiento e Interés” es el cambio de la filosofía de la conciencia (partiendo de la premisa “los objetos sirven para nuestros fines”, un sujeto actúa sobre unos objetos para dominarlos, hasta el extremo de convertir al hombre en objeto de dominación también.
Esto es una concepción monológica de la subjetividad y es extremadamente perjudicial) a la filosofía del lenguaje.
Actos del habla
La teoría de los actos de habla ha sido reinterpretada e insertada en un contexto filosófico más amplio: en la filosofía de la acción o discurso de la acción.
Uno de estos intentos de reelaboración y ampliación es el de Jürgen Habermas.
Quien convierte la teoría de los actos de habla en pieza medular de su propia teoría de la comunicación (teoría de la acción comunicativa) y da al acto de habla una proyección sociológica.
Teoría de la Acción Comunicativa se referiría a la interacción de por lo menos dos sujetos capaces de lenguaje y acción que establecen una relación interpersonal.
Autorreflexión
Es la capacidad de pensar en sí mismo, pensar en los actos pasados, presentes y cómo serán en el futuro.
Presenta con riqueza conceptual la noción de Autorreflexión. Este concepto está ligado a la explicación del desarrollo sociocultural del hombre y dentro de ese proceso, al rol histórico evolutivo que acompaña el conocimiento científico.
Fomentar los conocimientos, la práctica de la autocrítica, la reflexión y el conocimiento es para que la persona puede adquirir una sólida y creciente sabiduría en sí.
Es un movimiento o corriente filosófica que surge en la década de los años 30 y 40 del siglo XX en Alemania con la obra de Martin Heidegger ser y tiempo y que posteriormente se trasladara a Francia en donde Jean Paul Sartre El ser y la nada será su máximo representante.
El existencialismo defiende que la existencia es anterior a la esencia, es decir, que no existe una naturaleza humana duda de antemano o fija, sino que cada individuo se va construyendo a sí mismo a través de sus elecciones. Razón por la cual es responsable del proyecto de su vida ya que es lo que decide ser. En este sentido el ser humano es libertad porque tiene la posibilidad de elegir entre las distintas posibilidades que se le presentan.
En el existencialismo están presentes temas propios del ámbito religioso: la culpa, la libertad, la contingencia,… a los cuales pretenderá dar un tratamiento filosófico con el aparato conceptual de la fenomenología.
La existencia: Es el modo de ser propio del hombre que implica libertad y consciencia, por eso para ellos el ser humano es el único ser que propiamente existe.
La libertad: es el principio humano absoluto. En función del uso que el hombre haga de su libertad dará lugar a dos tipos de existencia.
La existencia inauténtica que consiste en aquel tipo de vida humana en la que el hombre trata de renunciar a su propia libertad y deja que sean otros quienes decidan por él. También podemos decir que sea un modo de vida acrítica, imitativa y que echa las culpas de la propia situación a factores externos.
La existencia autentica: tipo de existencia o de vida humana en la que el individuo cargo con el peso de su propia libertad, siendo el mismo el que establece los valores que guían sus acciones. Es también el individuo que asume la responsabilidad de ser quien es.
La angustia: es el estado de ánimo producido por la necesidad constante de elegir hacia donde queremos conducir nuestra huida sin valores fijos o establecidos que la orienten desde fuera.
Hannah Arendt, filósofa alemana de origen judío, acuñó el término “la banalidad del mal”. Ella hacía referencia a Adolf Eichmann, involucrado en el régimen nazi y su intento de eliminar al pueblo judío. Según Arendt, Eichmann era un operario dentro del sistema nazi, lo que si bien no le eximía de culpabilidad, sí matizaba su maldad.
Más allá de la polémica en torno a este caso, podemos hablar de la banalidad del mal en un sentido más amplio. Si el mal no tiene un valor absoluto, si llevamos la lógica relativista al extremo, nos encontramos inevitablemente con alguna situación en que el acostumbramiento a hacer cosas malas se convierte en rutina, cauteriza las conciencias y termina banalizando el mal.
La banalidad del mal, bajo estos términos, podría referirse a muchos escenarios de la vida actual. Uno de ellos es el relacionado con las películas o las series. En ellas, es fácil identificarse, al menos desde el punto de vista emocional, con una postura mala.
Al ver una serie relacionada con los narcos, por momentos podemos sentirnos de su lado, queriendo que triunfen. Las películas o series tienen una magia envolvente que por momentos nos pueden confundir sobre los valores profundos.
Naturalmente, cuando nos detenemos a pensar a fondo, nos damos cuenta de que este efecto emocional es una trampa, y es fácil advertir que no es lo correcto. Sin embargo, existen modos mucho más sutiles que, a la larga, confunden nuestro juicio.
Imaginemos la siguiente composición de lugar. El protagonista de una película sufre a una esposa neurótica y en un viaje de negocios se le presenta la oportunidad de tener una aventura con otra mujer. El clima televisivo genera una gran empatía con la persona, antipatía con la malvada esposa y consideración por la situación. Sin embargo, no deja de estar mal, aunque en ese momento no parezca así.
Lo más delicado es que una vez dado el primer paso en la tolerancia de lo malo es fácil ampliar sus límites, como sucede en ocasiones en el caso de Tinder. ¿No será un caso de banalización del mal?
La “magia” de las series y películas puede comprometer nuestra manera de pensar. La banalización de algo malo, cuando se repite, se hace cultura y transforma la manera de pensar de una sociedad.
Los narcotraficantes, los delincuentes y los adúlteros pueden parecernos más o menos amables, nos pueden caer incluso muy bien, pero eso no justifica sus acciones, que son en esencia malas acciones.
Lo mismo sucede en otros ámbitos de la vida independientes de los medios de comunicación.
Esto se relaciona ampliamente con la posverdad, donde no importa tanto la búsqueda de la verdad, sino la conexión emocional con el público.
Esto, hecho sistemáticamente, cambia la cultura sobre lo que es bueno y malo, lo que conviene o no, y banaliza el mal.
No todo lo que me emociona me conviene. Las emociones son manipulables. Lo fueron, llevándolo a un extremo, en la época nazi. Lo son, en un ámbito más ordinario, en nuestra vida actual.
La cultura emocional actual necesita ordenarse racionalmente si no queremos terminar en un genocidio moral.
La forma de entender la identidad de los mexicanos ha jugado un papel decisivo en la educación formal, específicamente en la educación básica. Los valores que se le han asignado han sido los moldes con los que históricamente se la ha querido significar. En cada época se ha querido ver y construir un estereotipo de mexicano. Ello ha jugado un papel decisivo en la idea pedagógica de lo que significa ser mexicano.
Antonio Caso
El destino del mexicano es ser “profundamente humano”. Este ser humano le permite advertir que es necesario asumirse desde el ser único. Sí, pero único con respecto a lo nacional, a lo que necesita el país: gente que piense más en la construcción económica y social de la nación antes que en la propia. Un mirar hacia fuera desde un dentro que no acaba de construirse si no es precisamente por la relación que se tiene con el exterior. Un exterior difuminado en la realidad, pero fortalecido en la práctica del discurso y el ideal nacional.
José Vasconcelos,
Afirma que “todo pueblo que aspira a dejar huella en la historia, toda nación que inicia una era propia, se ve obligado por eso mismo, por exigencias de su desarrollo, a practicar una revolución de todos los valores y a levantar su edificación provisional o perenne de conceptos. Ninguna de las razas importantes escapa al deber de juzgar por sí misma todos los preceptos heredados o importados para adaptarlos a su propia cultura o para formularlos de nuevo si así lo dicta esa soberanía que palpita en las entrañas de la vida que se levanta ”.
Leopoldo Zea
No hay el mexicano, sino los mexicanos, de carne y hueso y, aun así, son cosificados. Como dice Leopoldo Zea : “no sólo se enfrentará a los otros para cosificarlos, como ha cosificado el mundo natural, sino también se enfrentará a ellos como conciencias cosificadoras, como conciencias que, como él, realizan la misma tarea de cosificación”. Pero los mexicanos no somos un estar siendo sin referencias históricas.
Por último, parte de la idea de que “si no descubrimos ese ser del mexicano, es decir, si no descubrimos cuál es esa realidad que oculta el sentimiento de inferioridad, no podremos formular la escala de valores adecuada para reforzar nuestra circunstancia
Samuel Ramos
Afirma que el hombre no es un ser acabado, sino un proceso en camino de realización cuyo impulso nace de sí mismo; es decir, que es un ser que actualiza constantemente sus propósitos y se puede concebir como una idea. Reconoce que no existe un solo modelo de mexicano. “Lo mejor, para no equivocarse, es considerar que no existe ningún modelo de lo mexicano”. Con relación a Antonio Caso y José Vasconcelos, este es un avance para considerar la pluralidad de los mexicanos. “A priori, no podemos ni afirmar ni negar la existencia de una cultura mexicana”.
Nota: Jovenes, les recuerdo la importancia de ir de manera paulatina llevando a cabo la lectura de su material bibliografico.
JOVENES AQUI CULMINA SU MATERIAL DEL SEGUNDO PARCIAL RECUERDEN CONSULTAR
Y AHI TAMBIEN
CONSULTAR SI TIENEN DUDAS EL