I
Raúl E. Melo Dait
Desde hace mucho tiempo, se ha escrito y reescrito sobre la famosa batalla, llamada de “
Con respecto a este tema, hay un artículo publicado por Alfredo Mederos[1]:
“Manuel de Ossuna y Van Den Heede presentó en 1884 en
Por la documentación existente en sus archivos, sabemos que este monumento nunca llegó a realizarse, pero sí encontramos varias cartas remitidas por vecinos de
“María del Castillo, hija de Julio del Castillo ha oído decir a este y a su madre Sra. Antonia Rodríguez Bermejo que en aquel barranco y sitio por donde pasa el camino de San Cristóbal, hubo lucha de guanches y españoles y que aquellos hicieron un gran montón de piedras en el borde del barranco (donde hoy hay una cueva con ovejas y que pusieron ramas y que los guanches se ocultaron y mataron a muchos españoles. También oyó decir que corrió mucha sangre en el dicho barranco y que por eso se oye decir que había de ocurrir desgracias en este lugar”.
“D. Martín García y Hernández vecino de
Leída la declaración y manifestando estar conforme con lo que había dicho la firmaba hoy a 15 de marzo de
Matías García y Hernández
“Preguntado por el que suscribe al Sr. D Andrés de Armas vecino del pueblo de
Manuel de Ossuna
“Pedro Hernández Rodríguez (a) el Cristo ha oído decir a varias personas y entre ellas a D. Antonio Izquierdo y Calzadilla sacerdote y persona ilustrada que la batalla que tuvo lugar en el barranco de Acentejo donde los guanches obtuvieron una gran victoria, tuvo efecto en las inmediaciones a la ermita de San Antonio. En el sitio que hoy se llama y se ha llamado siempre “Las Guardias”, es tradición según el mismo Izquierdo que conserva este nombre por haberse puesto en él, ciertos soldados de guardia. Este sitio está más arriba de la dicha ermita de San Antonio, a una distancia de algo más de un kilómetro”.
Andrés Martín
“Lo que procede está escrito por D. Andrés Martín, vecino de
Manuel de Ossuna
“Enterada esta Real Academia del oficio que se ha servido VS. Dirigirle, participando las gestiones que ha practicado para conseguir que se nombre una comisión encargada de reconocer y fijar el sitio donde se dio la célebre batalla de Acentejo, y una vez brindando, se erija en él un sencillo monumento conmemorativo y enviando a este cuerpo literario con un resumen del resultado de los trabajos de dicha comisión, si fuese de su agrado, ha acordado le manifieste a VS. Como tengo el gusto de ejecutarlo, que la academia agradece su fina voluntad y recibirá con mucho aprecio todas las noticias que tenga a bien comunicarle.
Dios guarde a Vd. muchos años, Madrid 7 de junio de
El Secretario
Sobre este tema, hay una carta de Juan Béthencourt Alfonso sin fecha que le dice[5]:
“Sr. D. Manuel Ossuna.
Mí estimado amigo: Quisiera complacer a V. enviándole un trabajo acabado, no sé más; mi única virtud es conocer mis pocas fuerzas. Le pido a Vd., mil perdones por enviárselo casi en borrador, pero no tengo ni tiempo, ni paciencia, ni salud. Después de concluidos los adjuntos apuntes, he visto mis faltas de método y mis muchos defectos de forma. El fondo es la expresión exacta de mis humildes creencias en el asunto relativo a la batalla de Acentejo y a las particularidades que tuvo exactamente. No sé si mis apreciaciones coincidieran con las de V.; mucho me alegraría de ello, pues me demostraría que mi falta de talento puedo suplirla con una gran voluntad, cuando se trata de servir al país y a las personas de mi aprecio. Si usted no tuviera inconveniente en devolverme estas notas cuando lo estime oportuno, se lo agradecería. Por una mala inteligencia no tuve el gusto de verle a V. en días pasados en
Reciba V. un cariñoso saludo de su afectísimo amigo.
Q. b. s. m.
Juan Béthencourt
En su obra “El regionalismo en Canarias[6]” a pie de páginas, nos hace un resumen sobre los trabajos realizados sobre este tema:
“
D. Sebastián Álvarez y Álvarez, abogado y catedrático del Instituto Provincial. D. Juan de Ascanio y Nieves, abogado. D. José Tabares y Barlett, escritor. D. Julio de Ardanás, agregado del cuerpo de Estado Mayor, nombrado por el Excmo. Sr. Capitán General de esta provincia. D. Valeriano Weyler, y el que estas líneas escribe, a quien
Contiene también el propio documento otra comunicación del expresado Sr. Cura, dirigida a la comisión en la que se mencionan los nombres de las personas que declararon y a las que alude en la comunicación antes mencionada, escrita al Sr. Gobernador Eclesiástico, cuyos nombres son: D. Francisco Hernández Delgado, D. Juan E. Delgado, maestro de escuela, D. Gregorio Perera y Delgado, inspector de escuela y su hermano D. Manuel Perera y Delgado, secretario de M. I. Ayuntamiento de este pueblo de
Que aún siendo pequeño oyó hablar a D. Isidoro Fernández Oliva, que era vecino de
Reanudadas las investigaciones en 1885, hacemos constar, en otro lugar del referido documento, las declaraciones rendidas por los vecinos del barrio de Guía, D. Domingo Hernández García y D. José Yánez que dijeron, que en las inmediaciones de la confluencia de los barrancos de Chivana y Marta, con el de Acentejo “feneció la batalla” añadiendo que en aquellas cercanías se han encontrado restos de instrumentos de hierro o bronce, que oyeron decir eran de armaduras antiguas. Así mismo consta, la declaración de D. Pedro Hernández y Rodríguez, quien refiriéndose a lo que oyó decir al ilustrado sacerdote D. Antonio Izquierdo y Calzadilla, cree haber ocurrido en las inmediaciones de San Antonio Abad; con otros curiosos detalles del sitio denominado Los Guardas. También obra la luminosa declaración de María del Castillo, vecina de dicha villa de
Proseguidos los trabajos en el verano del citado año de 1885, se tomaron declaraciones, en sus propias casas, por el expresado alcalde de
En la parte, final del informe, hacemos consideraciones sobre la importancia que en las investigaciones modernas tienen las tradiciones, como fuente con cuyos materiales se escribe la historia de remotos países, v. gr. La de la antigua Persia, llenándose lagunas, que habían dejado imperfecto el conocimiento de mucha parte de
A continuación hácense reflexiones sobre la congruencia que se observa entre las conclusiones deducidas de las fuentes bibliográficas y las de las tradiciones orales, llenas éstas de colorido regional, como sobre los resultados satisfactorios de los trabajos de investigación para precisar el sitio en que comenzó el combate y todo el campo en que se desarrolló la célebre batalla de Acentejo. Y termina nuestro informe dando las gracias al Sr. Gobernador Civil de
La importancia de la batalla de Acentejo, y la conveniencia de esclarecer cuanto a tan trascendental acontecimiento se refiere, nos movieron a investigar en 1894, el día que tuvo lugar, ya que estaba envuelto en oscuridad o resultaba inadmisible, lo que sobre la fecha de la batalla, dicen ciertos historiadores.
En los manuscritos inéditos del regidor D. José A. de Anchieta, que descubrimos en 1882, se afirma que, hallándose desde hacía algún tiempo las tropas de Lugo acampadas en Agüere, se decía misa en una capilla improvisada, de tablas, que se había hecho allí donde, poco después, se construyó la primitiva iglesia parroquial de Santa María
El Sr. Moreno, aunque persona competentísima, no quiso por sí solo resolver la consulta, sino en unión del distinguido profesor de
“El año 1494 tuvo por letra dominical E
Se celebró en él:
A este respecto, encontramos en su correspondencia[7] una carta remitida a D. Mateo del Castillo por un tal Isidoro Junquito de Sevilla que dice así:
“Sevilla 7 de Julio de 1894 Sr. D. Mateo del Castillo. Muy Sr. Mío y amigo: Desearé hayas hecho el viaje con toda felicidad y al mismo tiempo se encuentre bien su familia.
Cumpliendo con el encargo que Vd. me hizo en averiguar el día del corpus del año de 1494, puedo decirle fue el día 22 de Mayo de dicho año, voy a decirle como lo averigüe, recordé había yo tenido un libro titulado Compuesto de los tiempos, compuesto por el Zamorano e impreso el año de 1583, también recordaba en poder de quién estaba hoy, siendo su poseedor el presbítero D. Eduardo Gutiérrez Castañeda persona de gran ilustración y gran modestia, con el libro a la vista pudimos ver que contenía una tabla por medio de la que podían encontrarse todas las fechas de las fiestas movibles...”,
Como podemos ver, este señor no coincide con las fechas dadas por otros y que si parecen coinciden en dar la fecha del 29 de mayo.
Estos son algunos de los pocos datos que hemos podido encontrar entre la documentación de Ossuna, por su interés por levantar este monumento, pero en cambio, encontramos que años más tarde por una copia que se encuentra en su fondo[8], que el Instituto de Canarias, toma acuerdo de poner una placa para conmemorar este acto, como vemos a continuación.
“Instituto General y Técnico De Canarias
ACTA
De entrega y colocación de la lápida conmemorativa de la batalla de
ACENTEJO
.Que el claustro acordó fijar en la ermita de
S. ANTONIO ABAD
Como recuerdo de aquel hecho de armas y de la excursión escolar verificada en
9 de febrero de 1909
“En el pueblo de
Reunidos los Señores Don Adolfo Cabrera-Pinto y Pérez, Director del Instituto general y técnico de Canarias y del Colegio provincial de Internos anexo al mismo instituto; Don Ramón Ascanio y León, bibliotecario provincial y mayordomo de la ermita de San Antonio Abad; Don Pedro González Díaz, cura párroco de este propio pueblo; Don José Pérez de
Excursión escolar. — “Por último, el Sr. Director manifestó que aun cuando no necesitaba hablar de la excursión verificada el domingo siete de los corrientes, porque en ella tomaron parte todos o casi todos sus compañeros, y porque la reseña de la misma, bastante completa, hecha por los alumnos Fernández del Castillo y Miralles y Miralles, designados como cronistas, había sido publicada en dos apreciables periódicos, el “Diario de Tenerife” y “El Tiempo”, deseaba sin embargo, consignar en acta, no sólo su reconocimiento hacia los señores Profesores y Bibliotecario, que por modo tan eficaz contribuyeron al mejor éxito de esta fiesta, y al Sr. Alcalde y demás Autoridades del pueblo de
La que nos ocupa añadió he querido que tuviese aparte las útiles explicaciones de mis distinguidos compañeros un fin esencialmente práctico, y al efecto he procurado despertar en los alumnos su curiosidad e interés por el conocimiento de la historia de Canarias, dándoles a conocer cuáles fueron los móviles de la conquista, que suerte cupo a los indígenas y hasta qué punto forman parte de la población actual, unida indisolublemente a la madre patria, y poniendo especial cuidado en rectificar los errores que, propagados por propios y extraños, han venido a constituir, por decirlo así, la historia romántica de la conquista.
Conforme a estos propósitos continúa a señalo como objeto principal de la excursión la visita a los históricos lugares donde se verificó la famosa batalla de Acentejo, la mayor y más trascendental que registra la historia de Conquista, y en la que los españoles, peleando con denuedo, derramaron su sangre generosa en defensa de la civilización y del cristianismo, y los guanches, con su amor a la patria y a la independencia, mostraron las altas cualidades del espíritu de que estaba adornada aquella raza primitiva.
Como pudisteis observar, aproveché la ocasión para explicar y demostrar con datos y hechos dilucidados por la crítica, que, contra lo dicho, no ya por escritores extranjeros, sino por nuestros propios historiadores, las ideas madres de la conquista de Canarias fueron por encima de todo, propósito egoísta de explotación y de lucro la extensión de nuestro poder, la propagación del cristianismo y la difusión de la brillante civilización que España alcanzó en la época de los Reyes Católicos; que la raza guanche, raza superior, aunque inculta, fuera de ser extinguida, extirpada, al modo anglosajón, fue dignificada por la vencedora, elevándola hasta su propia condición, como lo revela el gran número de uniones legítimas de los conquistadores con las mujeres canarias y el haber conservado los indígenas nobles sus antigua jerarquía, y que la alianza de los guanches —tan mal juzgada por el P. Flores y por los demás historiadores que siguen sus huellas sólo demuestran, en aquellos, un ansia de cultura y mejor vida para si y para los suyos, y tiene, para los españoles, según el Sr. Torres Campos[9], el más alto valor como signo de la conducta seguida por los conquistadores, que supieron, con su generosidad y nobleza, atraerse a gentes valerosas, abnegadas y de bien templado espíritu.
De este hecho memorable arranca, según la crítica moderna (puede consultarse la obra “El Regionalismo de las Islas Canarias” del Sr. Ossuna, tomo 1 página 33), las libertades y fieros concedidos a Canarias y la supremacía de Tenerife, en cuya isla se reconcentra el espíritu canario, ya por ser el intérprete fiel de esas libertades y defenderlas frente a las mismas prerrogativas de
No habiéndose erigido aún el monumento a que se refiere el anterior acuerdo, y teniendo en cuenta que, en sentir de la comisión, lo más recio de esa memorable jornada, que tanto halaga el espíritu canario y en la que tan alto quedó el nombre de España, debió de verificarse en el sitio donde hoy se levanta la ermita de San Antonio Abad o en sus inmediaciones, los excursionistas colocaron una lápida provisional en la pared de la misma, que recordase aquella batalla. Si el claustro que siempre se ha identificado con el sentimiento público, lo acuerda así, la lápida provisional pudiera sustituirse por otra definitiva, de mármol, con la inscripción en relieve o de mármol y bronce, en la que aparezcan entrelazados los escudos de España y Canarias, y cuyos gastos serían satisfechos, en tal: caso, por el Colegio de Internos anexo a este Instituto.
A propuesta del Sr. Director, el claustro acordó por unanimidad:
Primero: Que se sustituya por otra de mármol, en la forma indicada, la lápida provisional dedicada a la batalla de Acentejo; con esta inscripción:
“1494 — 1909” “A LOS HÉROES DE ACENTEJO”
Segundo: que den las gracias al Sr. Alcalde y demás autoridades del pueblo de
Tercero: Que se consigne en acta, como se hace, la satisfacción del Claustro por las pruebas de disciplina y de cultura que dieron los alumnos durante la excursión.
Cumpliendo el anterior acuerdo, el Sr. Director del Instituto, que lo es también del Colegio de Internos, entregó al Sr. Alcalde de
Leída la presente Acta, fue firmada por los concurrentes; de que, como juez municipal, certifico. A. Cabrera Pinto, Ramón Ascanio y León, Pedro González y Díaz, José Pérez, Servando Fernández.
(Continuará)
[1] MEDEROS MARTIN A. (2001) La documentación de la comisión de antigüedades de
[2] El informe completo se encuentra manuscrito en el AHMLL. Fondo Ossuna, caja 34, el cual ha sido publicado por Manuel A. Fariña González como Anexo IV en el tomo III de
[4] AHMLL. Fondo Ossuna. Caja 17-1
[5] AHMLL. Fondo Ossuna, caja 175-7, carta nº 53.
[6] OSSUNA VAN DEN HEEDE M. (1904) El Regionalismo en Canarias T. I, imprenta Benítez, Santa Cruz de Tenerife. 33-38.
[7] AHMLL. Fondo Ossuna, caja 175-8.
[8] AHMLL. Fondo Ossuna, caja 17-2.
[9] TORRES CAMPOS R. (1901) Carácter de la conquista y colonización de las Islas Canarias. Discursos leídos ante